domingo, 21 de diciembre de 2014

EL DIVORCIO EN MATRIMONIOS CRISTIANOS ... ¿ ES POSIBLE UN PLAN "B"?

REFLEXIONES
DIVORCIADOS Y RECASADOS CRISTIANOS ¿HAY UN PLAN "B"?


En la vida cotidiana cada vez que hemos iniciado algo, todos siempre tenemos en mente cómo queremos que se den las cosas y cómo deberían terminar tal o cual asunto, es decir, todos hacemos lo que hacemos con un objetivo en mente. Sin embargo, muchas veces por diferentes circunstancias, nos vemos obligados a improvisar en el curso de los acontecimientos, y hasta inclusive a abandonar, cancelar, o cambiar y modificar ciertos aspectos parcial o totalmente ,  eso que hemos emprendido. En otras palabras, teníamos un plan “A” pero tuvimos que terminar optando por continuar un plan  “B”.
En la Biblia encontramos diversos ejemplos de esta realidad que aunque nos cueste reconocerlo a veces, nos es otra cosa que el fracaso de un determinado emprendimiento o proyecto, y  el inicio de otro paralelo o distinto al plan original.
Encontramos entonces, por ejemplo, el primer cielo y la primera tierra, descritos en el libro de Génesis, y la promesa certera de unos segundos nuevos cielos y nueva tierra en Apocalipsis.  Además vemos un primer Adán, con su caída y conocidas consecuencias y efectos, como también la venida del segundo Adán, con su victoria en la cruz y la salvación para toda la humanidad por medio de El.
Encontramos  un  rey  Saúl, que decepciona y es desechado, junto a un David conforme al corazón de Dios levantado como rey en lugar de este otro. Y así sucesivamente, en diferentes aspectos de la historia bíblica, nos encontramos con que en ocasiones, el plan original de Dios, el plan “A”, aquel que representa el ideal o modelo del Creador, tuvo que ser forzadamente, readaptado o modificado por otro plan que obviamente no satisfacía aquel plan original, pero que en su contexto, alcanzaba para satisfacer las necesidades inmediatas, urgentes o esenciales de los protagonistas de  tal o cual historia.
Con el matrimonio y el divorcio pasa lo mismo, todos los que hemos iniciado este camino hemos visto y vemos aun, casos en los que parejas cristianas  y no cristianas, después de determinado tiempo, por diversas pero casi siempre muy parecidas razones, se enfrentan a una situación de separación o de divorcio temporal o definitiva, con las no felices consecuencias que le siguen, acompañado de  todo el drama,  la ardua y pesada tarea de subsistir en medio de tales dificultades,  y las complicaciones que todo esto acarrea para las partes intervinientes, incluidos los terceros,(hijos, familiares, etc)  quienes lamentablemente también sufren en diferente intensidad tal situación.
Pero la vida sigue, y el mundo sigue girando, y como tal, nosotros tenemos que continuar caminando, y para esto, al igual que aquel que cae en su carrera, tenemos que levantarnos, tenemos que seguir adelante, y, como en una carrera, siempre alguien nos tendera una mano, ponernos de pie, limpiarnos del polvo que ensucia, tomar unas profundas bocanadas de aire que nos renueve y  calme nuestro ánimo, reorganizar nuestras ideas para saber adónde queremos llegar, y cómo deberemos hacer para seguir de aquí en mas y  no volver a tropezar con la misma piedra.
Dios no desecha ni condena a quienes se encuentran en situación de divorcio o separación, todo lo contrario, en repetidas ocasiones en la biblia encontramos que el Señor nos ofrece perdón si hubiésemos pecado, restauración personal, emocional, y en nuestra comunión  con él, y muchas veces el milagro de la reconciliación matrimonial.
Sin embargo, de no producirse el milagro de la reconciliación, en su gracia y misericordia, Dios  permite que cada uno, en pleno uso de su libre albedrio, opte por iniciar una nueva relación con otra persona, siempre y cuando esté definitivamente disuelta la relación anterior, de lo contrario estaría cometiendo el pecado de adulterio.
Es entonces una opción, no la única salida a los conflictos matrimoniales, pero si una posible alternativa, un plan “B”, en la vida sentimental y matrimonial de todos los cristianos que estén o hayan atravesado dificultades puntuales en su matrimonio.
Creo firmemente que la restauración de un matrimonio es posible, y es lo que corresponde en la vida cristiana, pues esto responde al plan original de Dios, aun en casos de adulterio o infidelidad, siempre y cuando el cónyuge herido o defraudado, opte por perdonar al  cónyuge ofensor.

DIVORCIADOS Y RECASADOS CRISTIANOS - ¿Cómo seguir?

El perdón y la reconciliación son el mejor e ideal camino para los matrimonios que enfrenten situaciones de separación o divorcio, pero según cada caso particular, pues hay casos de violencia y maltrato físico, en donde si la vida de uno o de los hijos está en riesgo, es recomendable terminar definitivamente esa unión, pues a eso es que se refiere el apóstol cuando dice que ningún cristiano, o cristiana,  está llamado a ser esclavo de nadie sino que a libertad nos llamo el Señor.
Si prestamos atención a las palabras del Señor Jesús cuando hablo del divorcio, nos daremos cuenta que en realidad la voluntad de Dios es una sola, que el matrimonio sea para toda la vida, y cuando menciona la excepción al divorcio, dice expresamente que es “por la dureza de vuestro corazón”, o sea que aun en los casos más complicados de la relación matrimonial, todo dependerá de  la decisión que cada uno tome.
Además, en el mismo texto el Señor aclara, que eso del matrimonio para toda la vida, “era al principio” Mat 19:8  El les dijo:  Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres;  mas al principio no fue así, … con esto entendemos que en el principio, antes del pecado, antes de que todo se tergiversara, al igual que todas las cosas buenas que el Señor creo, el matrimonio también sufrió, como todo lo creado, las consecuencias de la caída, y forma parte como otras tantas cosas, de el ideal o modelo original y primario que se perdió en el huerto del Edén.
Por supuesto que, de no existir una reconciliación, también  es posible el divorcio y recasamiento en la vida cristiana, es decir “el plan B”, pero creo que como cristianos debemos tomar muy en serio una nueva relación, y como tal, tomar todos los recaudos necesarios, hacer un profundo y exhaustivo autoexamen personal, e incluso pedir la ayuda eficiente de personas que nos ayuden a detectar cuales hayan sido los defectos o errores que nos llevaron al fracaso en la relación anterior, de tal modo que evitemos incurrir nuevamente en los mismos o nuevos errores que echen a perder ese plan B que iniciemos, porque tampoco es cuestión de seguir probando con las demás letras del abecedario hasta la “Z”,¿no?.
Creo que hay pasos concretos que debemos seguir para que el “plan B” de nuestra vida sentimental y matrimonial no termine en otra frustración,  pues al meditar en la parábola de los dos cimientos, el Señor nos muestra que cuando algo termina en fracaso, la razón radica en la falta de cimientos firmes, con lo cual nos enseña que “SI” es posible edificar algo, una vida, una familia, un ministerio o lo que sea, y “si” es posible hacer algo duradero y que se mantenga firme a pesar de las diversas dificultades y tormentas de nuestras vidas .
Creo que el primer paso para construir una buena relación es la restauración personal – debemos limpiarnos y sanarnos interiormente, ninguna decisión o elección deberíamos tomarla con un corazón herido y todavía sufriendo por lo pasado. Es sabido que la tristeza, el estado depresivo, y los sentimientos negativos, nos privan de un más efectivo uso de nuestro razonamiento, juicio y discernimiento imprescindibles en estos casos. Además en estas condiciones, cualquier persona es más vulnerable y propensa a errar o ser engañada.
Es necesario no dejarse llevar por las emociones heridas y los sentimientos insatisfechos propios de una separación, porque esto expone nuestra fragilidad  a nuevos golpes y dolencias que es lo que justamente debemos evitar. Por lo tanto, no debemos tomar a la ligera ninguna nueva relación, nunca empezar algo sin antes estar plenamente sanados por dentro de la experiencia anterior. Y jamás pensar o creer que la solución, la felicidad o la curación está en la otra persona, que él o ella es lo que se necesita para que todo mejore, porque es mentira y será todo lo contrario.
 Lo segundo que creo es necesario hacer, es planificar y proyectarse bien para dar este paso; tomar todos los recaudos necesarios y realizar los cambios adecuados en nuestra vida para que la nueva relación no sucumba en un nuevo fracaso y para que ninguna adversidad nos derribe o derrumbe nuestra vida personal, ante el primer viento que sople en contra.
En este sentido debemos ser maduros en nuestra forma de pensar y  para eso una de las cosas a tener en mente es ser realistas, aceptar que en toda relación hubo, hay y habrá conflictos, y que toda relación que involucre los sentimientos, siempre  producirá en menor o mayor medida, algo de dolor. El amor es sufrido … todo lo sufre … dice el apóstol en su carta a los corintios. Así que no seamos ingenuos, idealistas, ni fantásticos en nuestra percepción de las cosas.
Los otros cambios que deberemos hacer, dependerá de lo que  a cada uno le dejo como perdida la relación anterior. Algunos tendrán que acomodarse mejor en su economía, terminar sus estudios, hacerse de un titulo u oficio, o de una casa propia, lograr su independencia económica, restaurar su autoimagen, equilibrar su valoración personal, no subestimándose ni tampoco sobrestimándose, desarrollar sus talentos, descubrir o redescubrir su vocación, estimular y alentar el desarrollo de sus hijos si los tiene, en fin, cada uno deberá enfocarse en su restauración personal y establecer bases firmes antes de iniciar otra relación.
Y en tercer lugar, creo que debería imponerse a si mismo limites y pautas claras para relacionarse con otra persona, no apurarse a concretar ninguna relación sin antes haberse tomado el tiempo necesario y prudencial para conocer a la otra persona, su entorno, y sus características. Para esto ayudara mucho el conocimiento que le brinde los familiares, los amigos,  la iglesia y el pastor de cuya congregación sea miembro tal persona, porque cae de maduro que nunca debe unirse una persona cristiana con otra no convertida a Cristo, si es que no quiere otra vez fracasar en el matrimonio. Debería considerarse sinceramente si son compatibles, que expectativas tienen de la relación y que espera el uno del otro.
Paréntesis especial en este aspecto, nunca se debe pensar que seremos capaces de cambiar o de convertir en cristiano al cónyuge una vez que estemos casados, porque es un engaño. Nadie debe creerse el salvador de nadie ni pretender ser más eficaz que el Espíritu Santo. El matrimonio no es para curarse, ni para salvarse, ni para convertirse a Cristo, ni para ser feliz. Toda persona debe ser feliz, estar sana por dentro, ser salvo y convertido a Cristo antes de entrar al matrimonio, porque  ineludiblemente el matrimonio será la expresión fiel de lo que somos. No por nada el apóstol ya nos advirtió a  no unirnos “en yugo desigual”.
Creo que una de las causas más importantes del fracaso en el matrimonio, o lo que sea, es que no teníamos un plan o proyecto concreto del tipo de vida que queríamos o no medimos bien los costos y exigencias para alcanzarlo, cosa que el mismo Señor nos dice que debemos tener en cuenta antes de construir una casa o enfrentar una guerra –
En todo esto, los tres aspectos principales a tener en cuenta antes de llevar a cabo un plan B en la relación, el factor principal que nunca debe faltar es DIOS. Establecer claramente y en hechos concretos a Dios primero, y antes que todas las cosas. Esto tiene que ver con ubicar y ordenar las prioridades en nuestras vidas,  Sin Dios nunca podremos sanar nuestros corazones de las heridas causadas por las malas experiencias de cualquier orden de la vida, tampoco podremos iniciar obviamente la restauración personal necesaria, ni lograr el equilibrio adecuado para proyectarnos en nuestra vida, y por supuesto tampoco será posible un nuevo proyecto de vida o relación exitosa y duradera, si ante todo no ponemos a Dios, su Palabra y nuestra comunión con El, en el lugar que se merece , esto es en el Primer lugar de nuestro corazón . “amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu alma” y en segundo lugar amaras a tu prójimo como a ti mismo.
En este sentido, creo firmemente, que si ambos cónyuges tienen a Dios como prioridad en sus vidas,  ese matrimonio tiene menos probabilidades de terminar en fracaso.
Espero que Dios ilumine la mente y el corazón de todos aquellos hermanos y hermanas en la fe a quienes lleguen estas palabras, y es mi deseo que sepan que desde mi lugar personal, los entiendo en gran manera, y que los mismos padecimientos que esten atravesando en sus vidas a nivel sentimental, matrimonial, sexual, moral, espiritual y personal, los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo … como dice su Palabra en 1ª Pedro 5:9, aquí les transcribo en la version lenguaje sencillo. 1Pe 5:9 Resistan sus ataques confiando en Dios y sin dudar un solo momento. Ya saben que en todo el mundo otros seguidores de Cristo están sufriendo como ustedes.


 



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5 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente reflexión!!! Bendiciones

yohanyer dijo...

Excelente desarrollo de este tema tan complicado, para muchos matrimonios sobre todo los cristianos. amado hmno Dios continué dándole sabiduría. DLB

Cristiano divorciado dijo...

Gracias Gustavo por reflexionar sobre un tema tan importante.
Es triste cuando un matrimonio cristiano ya se ha divorciado. Ya no valen los lamentos. Hay que seguir adelante con la ayuda del Señor. Hay un libro que se llama Como crecer por el divorcio, del especialista cristiano en estos temas, el Dr. Jim Smoke. A mi me ayudó a comprender mi nueva situación, a reponerme y volver a tener alegría de vivir.

Anónimo dijo...

Creo que esta muy equivocado este estudio. Dios aborrece el divorcio, los pactos no se pueden romper son de por vida. Consejo: En dado caso que no haya reconciliaciòn y se divorcian, la biblia dice claramente que se queden sin casar porque cometen adulterio. Lo que sucede es que hoy en dia hasta nosotros mismos, los que nos decimos llamar "Cristianos", hacemos las cosas a nuestra manera he interpretamos la biblia a nuestra conveniencia. Dios les Bendiga Grandemente y les de sabiduria y entendimiento en cuanto a este Tema.




Unknown dijo...

"Como Dios puede y va a restaurar tu matrimonio" de Erin Thiele