sábado, 13 de septiembre de 2025

LA LUZ QUE NUNCA SE APAGARÁ

 Reflexión – “La Luz que nunca se Apagará”


Introducción:

En un contexto donde la izquierda, al perder en el plano de las ideas, recurre a la violencia para silenciar voces contrarias, el asesinato de Charlie Kirk, se erige como un triste testimonio de esta realidad. Kirk, defensor incansable de la libertad de expresión y los valores judeocristianos, fue abatido mientras compartía su mensaje en una universidad de Utah. Su muerte, atribuida a un individuo con ideología de izquierda radical, refleja una creciente intolerancia hacia quienes mantienen posturas conservadoras. Pero la luz que pretenden apagar no se puede ni se podrá extinguir, porque esa luz es Cristo.

Este hecho nos recuerda el martirio de Esteban, el primer mártir cristiano, quien fue apedreado por proclamar la verdad de Dios. Entre los testigos estaba Saulo, quien más tarde sería transformado por Cristo en el apóstol Pablo. De perseguidor pasó a ser uno de los mayores defensores de la fe, levantando la antorcha de la verdad y llevando la luz de Dios a todo el mundo.

La Palabra de Dios nos recuerda: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10). Y también: “No temas lo que vas a sufrir… sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10). Dios transforma cada obstáculo en oportunidad para cumplir Su propósito, y junto a Él, ya somos más que vencedores.

Debemos mantenernos firmes en la fe y en la defensa de la verdad, sin dejarnos intimidar por la presión cultural o política. Cada palabra de justicia y cada acción conforme a Dios es una antorcha que ilumina a otros y fortalece la comunidad de creyentes. Y por supuesto, no podemos identificarnos con izquierda ni derecha, somos de Cristo, y a todos los que se encuentran en tinieblas, hemos sido llamados a alumbrar con la luz del mensaje de nuestro Señor y sus enseñanzas.

Oremos:

“Señor, fortalécenos para mantenernos firmes ante la presión y la censura. Que nuestras vidas sean antorchas de verdad y luz, y que Tu Palabra transforme corazones como lo hiciste con Saulo convirtiendolos en nuevos Pablos. En el nombre de Jesús, amén.”

LA DINÁMICA DE SU PRESENCIA

LA INVOCACIÓN Y LA DINÁMICA DE SU PRESENCIA

Este estudio busca profundizar en la presencia de Dios en la vida del creyente y la comunidad, y cómo la invocación de su nombre es un pilar fundamental para mantener esa conexión. A través de un recorrido bíblico, histórico y contemporáneo, exploraremos las consecuencias de invocar a Dios y las de dejar de hacerlo.


La gloria de Dios: una presencia que se manifiesta y se va

La Biblia nos muestra que la presencia de Dios no es estática, sino que se manifiesta de forma activa en la vida de su pueblo. En el libro de Ezequiel, vemos un relato impactante de cómo la gloria del Señor se retira del templo en Jerusalén.

El profeta Ezequiel, exiliado en Babilonia, tuvo una visión de la gloria de Dios dejando el templo (Ezequiel 10:4, 18-19). Esto ocurrió mientras los que se habían quedado en Jerusalén profanaban el templo con la adoración de ídolos. Al mismo tiempo, esa misma gloria se manifestaba al profeta en una tierra extranjera, demostrando que Dios no está limitado por un lugar físico, sino que se manifiesta donde encuentra a un corazón que lo busca.

    • Ezequiel 10:4: "Y la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la casa; y la casa se llenó de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová."

    • Ezequiel 11:23: "Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se posó sobre el monte que está al oriente de la ciudad."

Este pasaje es un claro recordatorio de que la presencia de Dios está directamente ligada a la invocación y la búsqueda de su pueblo. Cuando el pueblo de Israel se apartó de Dios y abrazó la idolatría, su presencia se retiró, no porque Dios los abandonara, sino porque ellos se alejaron de él.


La invocación del Nombre: un camino hacia la salvación y su Presencia

La Biblia es categórica al afirmar el poder de invocar el nombre del Señor. Es un acto de fe y dependencia que atrae su presencia y sus bendiciones.

    • Joel 2:32 (Romanos 10:13): "Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová, será salvo." Este versículo, citado por el apóstol Pablo, subraya que la salvación está disponible para todos los que claman a Dios con fe.

    • Mateo 18:20: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Aquí, Jesús mismo promete su presencia cuando su pueblo se reúne en armonía para invocarlo.

    • Salmo 22:3: "Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel." Este salmo resalta que la alabanza y la adoración no solo son expresiones de fe, sino que también son un medio por el cual la presencia de Dios se manifiesta activamente entre su pueblo.

La invocación y la alabanza son herramientas prácticas que Dios le dio a su pueblo para mantener una relación constante con él. Las filacterias ( Deuteronomio 6:8) y las mezuzot (Deuteronomio 6:9) no eran simples rituales, sino recordatorios constantes para que el pueblo de Israel mantuviera la palabra de Dios y su nombre en sus mentes y en sus hogares. Estos ejercicios eran una ayuda para que el pueblo invocara el nombre del Señor de forma continua, reconociendo su soberanía y autoridad.


La relación entre fe, presencia y el rechazo de Dios

La Biblia también nos muestra que la falta de fe y la incredulidad pueden apagar la presencia de Dios y limitar su manifestación.

    • En la tierra natal de Jesús, Nazaret, se nos dice que "no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mateo 13:58). Esto no implica que Jesús no pudiera hacer los milagros, sino que la falta de fe de la gente no permitió que su poder se manifestara abiertamente.

    • El caso del endemoniado gadareno (Marcos 5:1-20) también es revelador. Después de que Jesús liberó al hombre del demonio, la gente de la región, atemorizada por la pérdida de sus cerdos, le rogó que se fuera de su territorio. Su apego a las cosas materiales y el miedo al poder de Jesús los llevó a rechazar su presencia.

A lo largo de la historia de Israel, se pueden trazar claras diferencias entre los reyes que invocaron al Señor y los que no.

    • Reyes que invocaron a Dios: Reyes como David, Josafat y Ezequías se caracterizaron por buscar la dirección de Dios en tiempos de guerra y de paz. El resultado fue la victoria, la prosperidad y la protección divina para su pueblo (2 Crónicas 20:5-9, 2 Reyes 19:14-19).

    • Reyes que no invocaron a Dios: Por el contrario, reyes como Acab y Manasés promovieron la idolatría y se alejaron de Dios. El resultado fue la derrota militar, la destrucción de la nación y el exilio (1 Reyes 16:30-33, 2 Reyes 21:9-11).

Esto demuestra que la invocación no es un simple ritual, sino una decisión que tiene consecuencias tangibles. Donde no se le invoca, no se lo nombra ni se lo llama, no se manifiesta.


La presencia del Espíritu Santo: un regalo que puede ser apagado

En la vida cristiana actual, la presencia de Dios habita en el creyente a través del Espíritu Santo. Sin embargo, esta presencia no está garantizada si el creyente no la cuida. La Biblia nos advierte que podemos apagar el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19).

Cuando un creyente vive en la carne, cede al pecado, a las mentiras del diablo y a las preocupaciones mundanas, su comunión con Dios se debilita. La presencia del Espíritu Santo se vuelve menos perceptible, el creyente se enfría espiritualmente y su vida deja de ser un reflejo de la gloria de Dios.

Por eso, la vida cristiana requiere de un esfuerzo constante por mantener la comunión con Dios.

    • Oración y comunión diaria: La oración es un diálogo con Dios que nos mantiene conectados a su presencia.

    • Confesión de pecados: Confesar nuestras faltas y pecados diariamente nos permite recibir la gracia y el perdón de Dios. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

    • Comunión con otros cristianos: Mantenerse en el cuerpo de Cristo a través de la congregación y la relación con otros creyentes es vital. "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! ...Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna" (Salmo 133:1, 3). La presencia de Dios se manifiesta en la unidad y el amor entre los creyentes.


Un llamado a la invocación antes de que sea tarde

El estudio de la historia y la Biblia nos lleva a una conclusión crucial: la presencia de Dios, aunque eterna, no estará disponible para todos en todo momento. La Biblia nos insta a buscar al Señor mientras pueda ser hallado.

    • Isaías 55:6: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano."

Esto nos advierte que habrá un tiempo en el que la oportunidad de clamar a Dios se agotará. La Biblia parece indicar que esto sucederá después del arrebatamiento de la Iglesia, cuando la presencia del Espíritu Santo, que obra activamente para detener el mal en el mundo, será retirada o tal vez limitada con la partida de la Iglesia (2 Tesalonicenses 2:6-7).


Estadísticas e historia: el caso de Europa

El declive espiritual en Europa es un ejemplo histórico de lo que sucede cuando una generación deja de invocar el nombre del Señor.

    • Época de avivamientos: En los siglos XVI y XVII, Europa fue la cuna de la Reforma Protestante y de grandes avivamientos. Países como Alemania, Inglaterra y Escocia vieron una profunda transformación espiritual.

    • El declive: Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, las generaciones siguientes comenzaron a alejarse de la fe de sus padres. El surgimiento del racionalismo, el escepticismo y el ateísmo en los siglos XVIII y XIX erosionó la fe cristiana.

    • Situación actual: Hoy en día, Europa es considerada una de las regiones más seculares del mundo. Según encuestas recientes, países como la República Checa (76%), Estonia (60%) y el Reino Unido (52%) tienen un alto porcentaje de personas no religiosas. La asistencia a la iglesia ha disminuido drásticamente, y las iglesias se cierran o se convierten en mezquitas, museos o apartamentos.

Este proceso de secularización es una clara muestra de lo que sucede cuando una sociedad deja de invocar a Dios y su nombre. La falta de fe abre la puerta a otras ideologías y religiones que no necesariamente atraen la presencia de Dios. El auge del Islam en Europa, por ejemplo, es un fenómeno que se da en paralelo al vaciamiento de las iglesias cristianas, demostrando que si un pueblo deja de clamar a Dios, otro ocupará su lugar.


Conclusión:

La invocación del nombre del Señor no es un acto ritual, sino una forma de vida que nos conecta con la presencia de Dios. A lo largo de la historia, hemos visto cómo las naciones y las personas que invocaron su nombre experimentaron su gloria, su protección y su bendición. Por otro lado, aquellos que se alejaron de él experimentaron el vacío, el caos y la perdición.

En la vida cristiana de hoy, el llamado es claro: mantener la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas a través de la oración, la comunión con Dios y con nuestros hermanos, y la obediencia a su Palabra. Solo así podremos ser portadores de su gloria en un mundo que desesperadamente necesita de su presencia.