sábado, 13 de septiembre de 2025

LA LUZ QUE NUNCA SE APAGARÁ

 Reflexión – “La Luz que nunca se Apagará”


Introducción:

En un contexto donde la izquierda, al perder en el plano de las ideas, recurre a la violencia para silenciar voces contrarias, el asesinato de Charlie Kirk, se erige como un triste testimonio de esta realidad. Kirk, defensor incansable de la libertad de expresión y los valores judeocristianos, fue abatido mientras compartía su mensaje en una universidad de Utah. Su muerte, atribuida a un individuo con ideología de izquierda radical, refleja una creciente intolerancia hacia quienes mantienen posturas conservadoras. Pero la luz que pretenden apagar no se puede ni se podrá extinguir, porque esa luz es Cristo.

Este hecho nos recuerda el martirio de Esteban, el primer mártir cristiano, quien fue apedreado por proclamar la verdad de Dios. Entre los testigos estaba Saulo, quien más tarde sería transformado por Cristo en el apóstol Pablo. De perseguidor pasó a ser uno de los mayores defensores de la fe, levantando la antorcha de la verdad y llevando la luz de Dios a todo el mundo.

La Palabra de Dios nos recuerda: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10). Y también: “No temas lo que vas a sufrir… sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10). Dios transforma cada obstáculo en oportunidad para cumplir Su propósito, y junto a Él, ya somos más que vencedores.

Debemos mantenernos firmes en la fe y en la defensa de la verdad, sin dejarnos intimidar por la presión cultural o política. Cada palabra de justicia y cada acción conforme a Dios es una antorcha que ilumina a otros y fortalece la comunidad de creyentes. Y por supuesto, no podemos identificarnos con izquierda ni derecha, somos de Cristo, y a todos los que se encuentran en tinieblas, hemos sido llamados a alumbrar con la luz del mensaje de nuestro Señor y sus enseñanzas.

Oremos:

“Señor, fortalécenos para mantenernos firmes ante la presión y la censura. Que nuestras vidas sean antorchas de verdad y luz, y que Tu Palabra transforme corazones como lo hiciste con Saulo convirtiendolos en nuevos Pablos. En el nombre de Jesús, amén.”

LA DINÁMICA DE SU PRESENCIA

LA INVOCACIÓN Y LA DINÁMICA DE SU PRESENCIA

Este estudio busca profundizar en la presencia de Dios en la vida del creyente y la comunidad, y cómo la invocación de su nombre es un pilar fundamental para mantener esa conexión. A través de un recorrido bíblico, histórico y contemporáneo, exploraremos las consecuencias de invocar a Dios y las de dejar de hacerlo.


La gloria de Dios: una presencia que se manifiesta y se va

La Biblia nos muestra que la presencia de Dios no es estática, sino que se manifiesta de forma activa en la vida de su pueblo. En el libro de Ezequiel, vemos un relato impactante de cómo la gloria del Señor se retira del templo en Jerusalén.

El profeta Ezequiel, exiliado en Babilonia, tuvo una visión de la gloria de Dios dejando el templo (Ezequiel 10:4, 18-19). Esto ocurrió mientras los que se habían quedado en Jerusalén profanaban el templo con la adoración de ídolos. Al mismo tiempo, esa misma gloria se manifestaba al profeta en una tierra extranjera, demostrando que Dios no está limitado por un lugar físico, sino que se manifiesta donde encuentra a un corazón que lo busca.

    • Ezequiel 10:4: "Y la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la casa; y la casa se llenó de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová."

    • Ezequiel 11:23: "Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se posó sobre el monte que está al oriente de la ciudad."

Este pasaje es un claro recordatorio de que la presencia de Dios está directamente ligada a la invocación y la búsqueda de su pueblo. Cuando el pueblo de Israel se apartó de Dios y abrazó la idolatría, su presencia se retiró, no porque Dios los abandonara, sino porque ellos se alejaron de él.


La invocación del Nombre: un camino hacia la salvación y su Presencia

La Biblia es categórica al afirmar el poder de invocar el nombre del Señor. Es un acto de fe y dependencia que atrae su presencia y sus bendiciones.

    • Joel 2:32 (Romanos 10:13): "Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová, será salvo." Este versículo, citado por el apóstol Pablo, subraya que la salvación está disponible para todos los que claman a Dios con fe.

    • Mateo 18:20: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Aquí, Jesús mismo promete su presencia cuando su pueblo se reúne en armonía para invocarlo.

    • Salmo 22:3: "Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel." Este salmo resalta que la alabanza y la adoración no solo son expresiones de fe, sino que también son un medio por el cual la presencia de Dios se manifiesta activamente entre su pueblo.

La invocación y la alabanza son herramientas prácticas que Dios le dio a su pueblo para mantener una relación constante con él. Las filacterias ( Deuteronomio 6:8) y las mezuzot (Deuteronomio 6:9) no eran simples rituales, sino recordatorios constantes para que el pueblo de Israel mantuviera la palabra de Dios y su nombre en sus mentes y en sus hogares. Estos ejercicios eran una ayuda para que el pueblo invocara el nombre del Señor de forma continua, reconociendo su soberanía y autoridad.


La relación entre fe, presencia y el rechazo de Dios

La Biblia también nos muestra que la falta de fe y la incredulidad pueden apagar la presencia de Dios y limitar su manifestación.

    • En la tierra natal de Jesús, Nazaret, se nos dice que "no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mateo 13:58). Esto no implica que Jesús no pudiera hacer los milagros, sino que la falta de fe de la gente no permitió que su poder se manifestara abiertamente.

    • El caso del endemoniado gadareno (Marcos 5:1-20) también es revelador. Después de que Jesús liberó al hombre del demonio, la gente de la región, atemorizada por la pérdida de sus cerdos, le rogó que se fuera de su territorio. Su apego a las cosas materiales y el miedo al poder de Jesús los llevó a rechazar su presencia.

A lo largo de la historia de Israel, se pueden trazar claras diferencias entre los reyes que invocaron al Señor y los que no.

    • Reyes que invocaron a Dios: Reyes como David, Josafat y Ezequías se caracterizaron por buscar la dirección de Dios en tiempos de guerra y de paz. El resultado fue la victoria, la prosperidad y la protección divina para su pueblo (2 Crónicas 20:5-9, 2 Reyes 19:14-19).

    • Reyes que no invocaron a Dios: Por el contrario, reyes como Acab y Manasés promovieron la idolatría y se alejaron de Dios. El resultado fue la derrota militar, la destrucción de la nación y el exilio (1 Reyes 16:30-33, 2 Reyes 21:9-11).

Esto demuestra que la invocación no es un simple ritual, sino una decisión que tiene consecuencias tangibles. Donde no se le invoca, no se lo nombra ni se lo llama, no se manifiesta.


La presencia del Espíritu Santo: un regalo que puede ser apagado

En la vida cristiana actual, la presencia de Dios habita en el creyente a través del Espíritu Santo. Sin embargo, esta presencia no está garantizada si el creyente no la cuida. La Biblia nos advierte que podemos apagar el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19).

Cuando un creyente vive en la carne, cede al pecado, a las mentiras del diablo y a las preocupaciones mundanas, su comunión con Dios se debilita. La presencia del Espíritu Santo se vuelve menos perceptible, el creyente se enfría espiritualmente y su vida deja de ser un reflejo de la gloria de Dios.

Por eso, la vida cristiana requiere de un esfuerzo constante por mantener la comunión con Dios.

    • Oración y comunión diaria: La oración es un diálogo con Dios que nos mantiene conectados a su presencia.

    • Confesión de pecados: Confesar nuestras faltas y pecados diariamente nos permite recibir la gracia y el perdón de Dios. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

    • Comunión con otros cristianos: Mantenerse en el cuerpo de Cristo a través de la congregación y la relación con otros creyentes es vital. "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! ...Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna" (Salmo 133:1, 3). La presencia de Dios se manifiesta en la unidad y el amor entre los creyentes.


Un llamado a la invocación antes de que sea tarde

El estudio de la historia y la Biblia nos lleva a una conclusión crucial: la presencia de Dios, aunque eterna, no estará disponible para todos en todo momento. La Biblia nos insta a buscar al Señor mientras pueda ser hallado.

    • Isaías 55:6: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano."

Esto nos advierte que habrá un tiempo en el que la oportunidad de clamar a Dios se agotará. La Biblia parece indicar que esto sucederá después del arrebatamiento de la Iglesia, cuando la presencia del Espíritu Santo, que obra activamente para detener el mal en el mundo, será retirada o tal vez limitada con la partida de la Iglesia (2 Tesalonicenses 2:6-7).


Estadísticas e historia: el caso de Europa

El declive espiritual en Europa es un ejemplo histórico de lo que sucede cuando una generación deja de invocar el nombre del Señor.

    • Época de avivamientos: En los siglos XVI y XVII, Europa fue la cuna de la Reforma Protestante y de grandes avivamientos. Países como Alemania, Inglaterra y Escocia vieron una profunda transformación espiritual.

    • El declive: Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, las generaciones siguientes comenzaron a alejarse de la fe de sus padres. El surgimiento del racionalismo, el escepticismo y el ateísmo en los siglos XVIII y XIX erosionó la fe cristiana.

    • Situación actual: Hoy en día, Europa es considerada una de las regiones más seculares del mundo. Según encuestas recientes, países como la República Checa (76%), Estonia (60%) y el Reino Unido (52%) tienen un alto porcentaje de personas no religiosas. La asistencia a la iglesia ha disminuido drásticamente, y las iglesias se cierran o se convierten en mezquitas, museos o apartamentos.

Este proceso de secularización es una clara muestra de lo que sucede cuando una sociedad deja de invocar a Dios y su nombre. La falta de fe abre la puerta a otras ideologías y religiones que no necesariamente atraen la presencia de Dios. El auge del Islam en Europa, por ejemplo, es un fenómeno que se da en paralelo al vaciamiento de las iglesias cristianas, demostrando que si un pueblo deja de clamar a Dios, otro ocupará su lugar.


Conclusión:

La invocación del nombre del Señor no es un acto ritual, sino una forma de vida que nos conecta con la presencia de Dios. A lo largo de la historia, hemos visto cómo las naciones y las personas que invocaron su nombre experimentaron su gloria, su protección y su bendición. Por otro lado, aquellos que se alejaron de él experimentaron el vacío, el caos y la perdición.

En la vida cristiana de hoy, el llamado es claro: mantener la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas a través de la oración, la comunión con Dios y con nuestros hermanos, y la obediencia a su Palabra. Solo así podremos ser portadores de su gloria en un mundo que desesperadamente necesita de su presencia.


sábado, 23 de agosto de 2025

LA URGENCIA DE INVOCAR SU NOMBRE

 


Antes que la lámpara se apague: La urgencia de buscar su Presencia y el poder de Invocarle

Introducción

Desde el inicio de la creación, el hombre fue diseñado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). Esto significa que fuimos creados no solo para vivir en el mundo, sino para vivir en comunión directa con nuestro Creador. La Presencia de Dios no era un añadido opcional, sino la esencia misma de la vida humana. En el Huerto del Edén, Adán y Eva disfrutaban de una relación íntima y constante con el Señor, hasta que el pecado interrumpió esa comunión perfecta (Génesis 3). Desde entonces, toda la humanidad carga con un vacío existencial que solo puede llenarse con la Presencia divina.

Ese vacío ha llevado al hombre a buscar sustitutos: religiones humanas, filosofías, logros materiales, incluso la idolatría de uno mismo. Sin embargo, la Escritura revela que fuimos hechos para Dios, y solo en Él nuestra alma encuentra reposo (Salmo 62:1).

A lo largo de la historia bíblica, vemos un hilo conductor: la invocación del nombre de Dios como medio de acceso a su Presencia. Desde Enós, de quien se dice: “Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Génesis 4:26), hasta la iglesia primitiva que clamaba unánime en oración y fue llena del Espíritu Santo (Hechos 4:31). Cada generación que buscó al Señor experimentó su gloria, y cada generación que lo rechazó se hundió en tinieblas espirituales.

El título de este estudio está inspirado en la frase de 1 Samuel 3:3: “Antes que la lámpara de Dios fuese apagada…”. Ese detalle no es casual. Representa un tiempo de decadencia espiritual en Israel, donde la voz profética era escasa, el sacerdocio estaba corrompido y el pueblo distante de Dios. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, un joven llamado Samuel escuchó la voz divina y se convirtió en instrumento para traer nuevamente al pueblo a la Presencia del Señor.

Hoy vivimos tiempos semejantes. La fe se debilita en muchos lugares, naciones que fueron cunas de avivamientos ahora están sumidas en incredulidad, ateísmo o en religiones extrañas. En muchos corazones la lámpara de Dios se apaga lentamente. La pregunta es: ¿seremos una generación que permita que la llama se extinga, o una generación que invoque al Señor para que su Presencia vuelva a encenderse con poder?

Este estudio recorrerá la historia bíblica —desde la creación hasta la iglesia— mostrando cómo la Presencia de Dios se manifestó a los que le invocaron y cómo se retiró de los que lo rechazaron. Además, reflexionaremos sobre el futuro profético, cuando llegará el día en que muchos buscarán a Dios pero no lo hallarán (Isaías 55:6; Amós 8:11-12).

El propósito es llevarnos a una conclusión clara y práctica: invocar hoy al Señor con todo el corazón, mantener la lámpara encendida, y vivir en la plenitud de su Presencia por medio del Espíritu Santo.



1. Los Patriarcas: La búsqueda temprana de la presencia

  • Enoc: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Gn. 5:24). Enoc representa la vida de intimidad que no solo invoca a Dios, sino que persevera en andar con Él. Su comunión fue tan real que Dios lo trasladó sin ver muerte.

  • Noé: halló gracia delante de Dios en medio de una generación corrupta (Gn. 6:8-9). Su obediencia fue la manera práctica de invocar y honrar la presencia divina.

  • Abraham: en su peregrinaje levantaba altares en cada lugar, como señal de invocación. “Y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová” (Gn. 12:8). La invocación se relacionaba con altar, sacrificio y consagración.

  • Jacob: tuvo la experiencia de Bet-el, donde vio la escalera que unía el cielo y la tierra, y reconoció: “¡Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía!” (Gn. 28:16). Su vida es un proceso de ser transformado en alguien que finalmente clama a Dios y recibe la bendición.


2. Moisés y la manifestación gloriosa

Dios se manifestó a Moisés en la zarza ardiente (Éx. 3:2-6), revelando Su nombre: “Yo soy el que soy”. El tabernáculo, la nube y la columna de fuego fueron señales visibles de la presencia que respondía a la invocación del pueblo.

  • La nube llenaba el tabernáculo cuando Moisés lo dedicó (Éx. 40:34-35).

  • Moisés pedía: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éx. 33:15).

Aquí aprendemos que invocar a Dios no es solo pedir, sino depender absolutamente de Su presencia para avanzar.


3. Los Jueces: ciclos de invocación y abandono

En el tiempo de los jueces se repite el ciclo: el pueblo se aparta, cae en opresión, clama a Jehová, y Dios levanta un libertador.

  • Jueces 3:9: “Clamaron los hijos de Israel a Jehová, y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel, y los libró”.

  • Cuando invocaban, había liberación; cuando olvidaban a Dios y servían a los ídolos, caían en derrota.


4. Samuel: el despertar espiritual

En medio de un tiempo donde la presencia parecía apagada, surge Samuel.

  • “Antes que la lámpara de Dios fuese apagada en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios” (1 Sam. 3:3). Esta frase indica un tiempo crítico, de decadencia espiritual.

  • Samuel oye la voz de Dios e inicia un ministerio profético que despierta a Israel.

  • Bajo su liderazgo, el pueblo deja los ídolos y clama a Dios en Mizpa (1 Sam. 7:3-10). Dios respondió con victoria contra los filisteos.

Samuel representa a los buscadores de Dios que, al invocar Su nombre, conducen a una generación a un nuevo encuentro con Su presencia.


5. Los Reyes: presencia buscada o rechazada

  • David: buscó la presencia llevando el arca a Jerusalén y escribiendo salmos de comunión. “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida” (Sal. 27:4).

  • Salomón: dedicó el templo con oración e invocación, y la gloria llenó la casa (2 Cr. 7:1-3).

  • Reyes fieles como Ezequías y Josías invocaron y experimentaron liberación y renovación espiritual.

  • Reyes infieles (Acab, Manasés) abandonaron a Dios y atrajeron juicio.


6. Jesucristo: la presencia encarnada

Cristo es “Emanuel, Dios con nosotros” (Mt. 1:23). En Él la presencia de Dios se hizo carne.
Pero también hubo rechazo:

  • En Gadara, lo expulsaron (Mt. 8:34).

  • En Nazaret, no hizo muchos milagros por la incredulidad (Mt. 13:58).

  • Los fariseos lo resistieron por dureza de corazón.

La invitación de Jesús sigue vigente: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11:28).


7. La Iglesia y el Espíritu Santo

En Pentecostés, la presencia de Dios se derramó de forma permanente en los creyentes (Hch. 2). Desde entonces, el cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19).
La iglesia reunida se convierte en el lugar donde se manifiesta la presencia cuando invocamos con fe.

  • Hechos 4:31: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo”.


8. Advertencia escatológica: “Buscad a Dios mientras puede ser hallado”

Isaías 55:6 advierte: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”.
Muchos evangélicos interpretan que, tras el arrebatamiento, vendrá un tiempo de tribulación donde la oportunidad de invocar será limitada (2 Tes. 2:10-12).
La aplicación es clara: hoy es el día de salvación (2 Cor. 6:2).


9. Aplicación actual y lecciones de la historia

  • Europa: cuna de avivamientos (Reforma, metodismo, moravos, avivamiento galés), hoy vive secularización y creciente islamización.

    • Encuestas (Pew Research 2023): en países como Suecia, solo 15% se identifica como cristiano practicante.

    • En Inglaterra, menos del 5% asiste a la iglesia regularmente.

    • Mientras tanto, el islam crece: en Francia ya supera el 10% de la población.
      Esto muestra lo que ocurre cuando se deja de invocar a Dios generación tras generación.


Conclusión y llamado

La Biblia, la historia y la actualidad nos muestran que la invocación del nombre de Dios es la llave para vivir en Su presencia. Desde Adán hasta hoy, Dios busca hombres y mujeres que clamen y dependan de Él.
El vacío del corazón humano solo puede ser llenado por Cristo.
El Espíritu Santo garantiza la presencia de Dios en nosotros, pero debemos cultivar una vida de oración, santidad y búsqueda constante.

Aplicación práctica:

  • Levantar “altares” diarios de oración y adoración, en los hogares.

  • Congregarnos fielmente para invocar juntos Su nombre.

  • Apartarnos de los ídolos modernos (dinero, placeres, ideologías, etc.) que apagan la presencia.

  • Anhelar y esperar Su venida con un corazón limpio.



jueves, 27 de marzo de 2025

ANTAGONISMOS DEL FIN: ALERTA ESPIRITUAL

 


"Entre Antagonismos y Profecías: Prepárate para lo que viene"


1. INTRODUCCIÓN: UN MUNDO DIVIDIDO

Vivimos en un mundo partido en dos.
Mientras en un rincón del planeta se celebran elecciones democráticas, en otro se reprime con puño de hierro. Mientras unos tienen supermercados llenos, otros hurgan entre la basura para comer. Mientras hay países que promueven la libertad, otros prohíben hasta pensar diferente.
Y lo más impactante: estas contradicciones no son solo internacionales, también están dentro del ambito cristiano.

Hay cristianos que predican al aire libre sin temor, y otros que deben adorar en secreto. Hay iglesias con luces, pantallas y sonido envolvente, mientras otros hermanos se congregan entre ruinas, arriesgando la vida solo por abrir una Biblia.


2. REALIDADES ANTAGÓNICAS: UNA SEÑAL DE LOS TIEMPOS

Estas diferencias no son casualidad. Son señales. Son parte de un escenario global que está preparándose —como una obra de teatro oscura— para la última gran escena de la historia humana.

Vivimos entre:

  • Democracia y totalitarismo
  • Riqueza extrema y pobreza desgarradora
  • Libertad religiosa y persecución cruel
  • Esperanza y desesperación

¿Qué nos dice todo esto?
Que el mundo está desbalanceado, y ese desequilibrio es un preludio profético. Jesús lo anticipó: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Pablo lo reforzó: “Cuando digan paz y seguridad, vendrá destrucción repentina” (1 Tes. 5:3).


3. EL AZOTE VIENE: NO ES SI O NO, SINO CUÁNDO

La Escritura no deja margen a dudas. El “azote” viene. No como una pandemia más, ni una simple crisis económica. Hablamos de una distopía profetizada, una oscuridad moral, espiritual y global que tomará por sorpresa al mundo.

Así como el Diluvio llegó cuando todos seguían comiendo y casándose…
Así como Sodoma fue destruida mientras sus habitantes festejaban en la calle…
Así será ese día.
“Vendrá como ladrón en la noche.”


4. ¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR PREPARADOS?

No se trata de acumular comida ni de esconderse en una cueva.
Se trata de estar firmes en Cristo. Con las cuentas claras. Con la fe viva. Con la Palabra en el corazón y los oídos atentos al Espíritu. Sin descuidar nuestras responsabilidades aquí pero enfocados en lo eterno.

Estar preparados significa:

  • Vivir con propósito eterno, no con distracción mundana.
  • Renunciar al pecado que te estorba y consagrarte.
  • Orar como nunca. Amar como nunca. Servir como nunca.
  • Tener una fe real, activa, viva… no un cristianismo tibio.

5. CONCLUSIÓN: NO TENGAS MIEDO, PERO SÍ DESPIERTA

Este no es un mensaje para asustarte.
Es un mensaje para despertarte.

Cristo está a la puerta.
El mundo se desmorona, pero nosotros tenemos un Reino inconmovible.
El enemigo prepara su ofensiva, pero nosotros tenemos la armadura de Dios.
La oscuridad aumenta, pero la luz verdadera ya alumbra en los que lo esperan.


📖 VERSÍCULOS CLAVES

  • 1 Tesalonicenses 5:2-6
  • Mateo 24:42-44
  • Apocalipsis 3:10-11
  • Lucas 21:34-36
  • 2 Timoteo 3:1-5
  • Romanos 13:11

 CIERRE / LLAMADO FINAL

“Este mundo no va hacia una utopía, sino hacia una gran prueba. No es momento de dormir ni de distraerse. Es momento de velar, orar, prepararse… porque aunque el azote venga repentinamente, el que está en Cristo estará firme, sin temor y con esperanza.

“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que, ya sea que estemos despiertos o dormidos, vivamos juntamente con Él.”

(1 Tesalonicenses 5:9-10)

Así que levanta tu cabeza, fortalece tu fe, y prepárate con gozo y firmeza, porque pronto veremos al Rey.

 

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jueves, 20 de marzo de 2025

UNA FE REALISTA

UNA FE REALISTA

En Eclesiastés 9:2 se nos dice:

"Todo acontece de la misma manera a todos: un mismo suceso ocurre al justo y al impío, al bueno y al limpio, al no limpio, al que sacrifica y al que no sacrificio; como al bueno, así al pecador; al que jura, como al que teme el juramento."

Esta palabra nos enseña claramente que todos, incluyendo a los cristianos, estamos sujetos en esta vida a los mismos padecimientos que cualquier otra persona, sin importar su fe. La Biblia nos deja claro que no estamos exentos de sufrir dificultades, pérdidas y momentos de tristeza o aflicción.

Por eso, cobran aún más sentido las palabras de Jesús cuando dijo:

"En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". (Juan 16:33)

Él no nos dejó sin esperanza. Nos exhortó a confiar en Él, porque ha vencido este mundo con todas sus injusticias y dificultades. También cobra sentido la oración del mismo Señor Jesucristo cuando dijo:

"Padre, no te pido que los quites del mundo, sino que los guardias del mal." (Juan 17:15)

Pero, ¿qué significa realmente que Dios nos guarda del mal? Fundamentalmente, significa que Él nos protege y nos cuida de todo aquello que vaya en contra de Su voluntad. Sin embargo, aquellas situaciones dolorosas o difíciles que nos toca vivir pueden estar dentro de Su plan. Y lo maravilloso es que tenemos un Dios tan grande y poderoso que es capaz de transformar todo lo negativo, lo desagradable y lo doloroso en algo que, no solo traerá gloria a Su nombre, sino también bendición para nosotros y para muchos más.

Dios actúa con poder y soberanía. Y cuando escuchamos testimonios de cristianos que han pasado por momentos muy difíciles, aprendemos a valorar la paz, el bienestar y la armonía en la que podemos estar viviendo hoy. También nos volvemos más conscientes de que hay hermanos en la fe, en distintas partes del mundo, que quizás no tienen un plato de comida como el que tú y yo tenemos, ni un colchón cómodo, ni un hogar donde descansar. Algunos ni siquiera pueden congregarse en libertad o caminar por la calle con una Biblia en la mano sin temor a ser perseguidos, encarcelados, torturados o incluso asesinados por su fe.

Y sin ir más lejos, en nuestro propio entorno, Dios permite que los cristianos pasemos por situaciones de robo, violencia, accidentes o enfermedades, e incluso por la pérdida inesperada de un ser querido. Todo esto nos enseña que nuestra fe no puede ser inmadura ni basada solo en la idea de sentirnos bien. No podemos ver a Dios como si fuera un "Papá Noel celestial" que solo nos da cosas buenas y nos evita todo mal.

La realidad es que, como cristianos, enfrentaremos dificultades como cualquier otra persona. Pasaremos por momentos de escasez, enfermedades, injusticias y sufrimiento. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre nosotros y los demás?

La diferencia es Cristo. Solo en Cristo está la diferencia.

Él nos sostiene, nos transforma y nos moldea a Su imagen. Mientras que quienes están lejos de Dios pueden ser devastados por el sufrimiento, nosotros, los que estamos en Cristo, somos fortalecidos y perfeccionados en medio de nuestras debilidades. Como dijo el apóstol Pablo:

"Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad". (2 Corintios 12:9)

Dios tiene el poder de transformar todo lo malo y doloroso en algo glorioso. Lo convierte en victoria, en testimonio, en un milagro que impacta vidas y da fruto.

Por eso, debemos tener una fe realista. Una fe que no solo vea a Dios como un Padre amoroso que nos cuida y nos bendice, sino también como el Dios soberano que, en Su sabiduría, permite situaciones difíciles para cumplir Su propósito eterno en nosotros. Si eso implica pasar por tiempos de prueba, entonces así será.

Porque la verdad es que aún no estamos en el cielo. El Reino eterno de Dios está por venir. Por ahora, seguimos en un mundo caído, lleno de maldad y de las consecuencias del pecado. Aquí solo somos extranjeros y peregrinos . Nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos a nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, quien vendrá pronto para llevarnos con Él.

Y entonces podemos decir: " Si ¡Ven, Señor Jesús, tu Iglesia te espera!"


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